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ENTRE LINEAS

Mi querido 'santero'

Hace casi dos años y medio me fue diagnosticada una epicondilitis en el brazo izquierdo. Quién lo haya sufrido o lo sufra sabrá de lo que le estoy hablando y, para los que no, os diré que, en términos generales, es una inflamación de los tendones que se manifiesta con dolor en el codo y en el antebrazo. Es el vulgarmente llamado “codo de tenista”. Como nunca he jugado al tenis con el brazo izquierdo, la medicina tradicional me atribuyó la dolencia al “desgaste de los años” y a que forzaba y fuerzo mucho las muñecas tecleando el ordenador. Tras algunos meses a dieta de anti-inflamatorios, el dolor no remitía y la flexión de mi castigado brazo izquierdo era cada vez más heróica. Así que el traumatólogo, después de seis meses de anti-inflamatorios, decidió practicarme una infiltración. “Que deberá resolverte la epicondilitis. Si no es así, notarás que te empieza a doler otra vez en más o menos seis meses y, entonces, la única solución es operarte”, me dijo. Le faltaron quince días a los seis meses. El dolor volvió y las dificultades en extender y flexionar el brazo también. La sola idea de pasar por una mesa de operaciones me angustiaba. Eso de que te tengan dormido involuntariamente y a merced de alguien que sabes te va “a apuñalar” (aunque sea de “buen talante”) es una imagen que me inquieta sobremanera.





Así que decidí hacer caso a una amiga que me había hablado de las bondades de la “otra medicina” para dolencias como la mía. Ella conocía a una persona que tenía “un don” para curar. “Un santero”, le decía yo. “Que no”, respondía ella, “va mucha gente a verle para que le sane, incluso médicos con lesiones importantes” apostillaba con esa afirmación tratando de convencerme. “Tiene unas manos de oro. Ya verás”.


Como mi sufrimiento crecía opté por hacer caso a mi amiga. “Total” pensaba yo “si algo sale mal, no es más que un brazo y, además, el izquierdo. También Cervantes era manco y escribió ‘El Quijote’”. Así que nos fuimos al “centro de operaciones del santero”. “¡¡ Que no es un santero. Que es una persona que tiene un ‘don’ ¡!” “¡¡Vale. De acuerdo!! Pero como me haga una ‘imposición de manos’ o ‘unos pases energéticos’, me voy ¿eh?”, advertía yo. “Jajajajaja. Ni pases mágicos, ni imposiciones de manos. Masajes en los centros que tienes ‘averiados’. ¡¡ Ah y prepárate ¡!. No va a ser una sesión suave ¡!”. Al decirme eso mi incredulidad se empezó a convertir en preocupación. No me dio tiempo a retirarme. Habíamos llegado… y casi me da algo al ver “el santuario”. Porque aquél lugar era un auténtico santuario. La sala de espera era (y es) un pasillo estrecho que estaba presidida por una cuadro de la imagen de un Cristo del que salía una aureola blanca en fondo negro. Eso no era todo. En la repisa del ventanal de la que he denominado sala de espera, estaba y está todo lleno de figuritas de ángeles de falsa cera que miran todas hacia la imagen del Cristo. En la pared que hay frente a esa imagen del redentor aúreo, descansaba en otra repisa independiente, la figura de una virgen ¿Era o no un santuario?





Estaba por apretar a correr cuando se abrió la puerta de dónde, iba a saber después, se realizaban “las operaciones de sanación”. Salió de allí un hombre bajo, calvo, de aspecto afable y bondadoso. Su mirada, directa a la mía, me inspiró confianza. Y me di cuenta entonces que aquél hombre no era un santero, ni un charlatán. Aquél hombre, sencillo y de sonrisa franca, tenía ciertamente un ‘don’. Mi amiga me lo presentó y nos estrechamos las manos. Un apretón fuerte. Como a mi me gusta estrechar y que me estrechen las manos. Aborrezco que me dejen flácida (la mano) en la mía, ni tan siquiera una mujer si es que, una mujer, me debe estrechar la mano.





Entre en su ‘sala de operaciones’. Si lo de fuera de esa ‘sala de operaciones’ era un santuario, aquella habitación era un ‘altar’ lleno de la imaginería religiosa más completa. En el centro del cuarto, había una camilla parecida a esas que tienen en los ambulatorios para las primeras curas, donde me senté. Ya no me importaba el ‘entorno’ porque confiaba en aquél hombre. Extraños mecanismos tiene la mente para albergar confianzas y sentimientos. Me cogió la muñeca de la mano izquierda tanteándome su perímetro. “Tienes doce tendones fuera de sitio. No te preocupes que te los voy a poner dónde corresponde”, me dijo. “¡¡ ¿Doce?!!” le pregunté sorprendido “¡¡ ¿pero hay tantos? ¡!”. Sonrió. “Tenemos setenta y dos tendones. Y tú ‘sólo’ tienes doce fuera de sitio”. No salía de mi asombro. Yo que creía que, cuando se hablaba de tendones, se hablaba de dos, a lo sumo de tres y acababa de descubrir que tenía setenta y dos y aquél hombrecillo de sonrisa tranquilizadora, con una rapidez admirable -no había tardado ni un minuto- descubrió que tenía doce fuera de lugar.


Empezó su masaje por la muñeca. Los movimientos eran rápidos y enérgicos. “Crac, crac, crac” podía oir el chasquido de los tendones entrando en dónde, al parecer, debía ser su lugar. Sentí dolor. Un dolor que fue remitiendo a medida que avanzaba el masaje. Luego pasó al codo, el epicentro del dolor. Hundió uno de sus dedos en la parte blanda del codo. Justo en la intersección entre el antebrazo y el brazo. Sentí más dolor. “Este estaba totalmente fuera de sitio y ahora te lo voy a colocar en su lugar”. Lo hizo y llegó un momento en que, por más que hundía sus dedos, no me ocasionaba dolor. Había desaparecido. Luego el codo. Casi ni me lo tocó. “Tienes un bulto aquí. Seguro que te han hecho una infiltración”. Aquél hombre no dejaba de asombrarme. No le había dicho nada. “¿Pero cómo lo sabes?”, pregunté. “Porque ese pequeño bultito que tienes aquí son los residuos de la infiltración y tienen que ‘disolverse’. Te los quitaré en dos o tres sesiones”. La verdad es que cuando pasó sus manos por ese punto en concreto, me pareció notar como el bulto disminuía. Ya sin dolor alguno. Finalmente paso a mi omoplato. “¡Pero si ahí no me duele!”. “Ya lo imagino” me comentó sonriendo de nuevo “pero es que si te he puesto los tendones en su sitio en la muñeca y en el codo, tengo que ‘ajustarte’ las terminaciones de los tendones que, justamente están ahí. Mira un tendón es como la cuerda de una guitarra. Si se desajusta de un extremo y la vuelves a poner en su lugar, debes procurar que toda la cuerda esté ajustada”. Con una explicación así de sencilla ¡¿cómo no lo iba a entender?!.





La primera vez que fui a su consulta, era un 30 de marzo de 2004. He vuelto cuatro veces más, la última, el miércoles pasado. Mi brazo izquierdo está como nuevo y mi “amigo santero” me ha dicho que, por el brazo, no lo voy a necesitar más. Seguro que es así. Volveré por la espalda que ya le he dejado ‘manipular’ y casi me quedo dormido en la camilla y, eso, es casi un milagro.

13 comentarios

Para Rosier, sin suerte en la diana -

Pues no. Arregla tendones, músculos y similares. El alma y su entorno, no.

Rosier -

desatinos del alma y el entorno...

Para Rosier queriéndose informar -

Pormenorízame las cosas a las que te refieres...

Rosier -

ummmm parece altamente recomendable, te acabaré pidiendo sus datos... cura otras cosas que no sean dolores ? :-(

Para Onice confundiéndome -

¿Proporciones o proposiciones? En cualquier caso, lo mío siempre es "Des"... ;-)

Onice -

jejejeje!!! ¿eso no serán propociones des-HONESTAS, no???jajaja...
Creo que está muy bien coleccionar "matriculas de Honor"...!!!

Para Onice moviendo la ladera izquierda -

Es que esas fotos son las de su "consulta". Originales y sin aditamentos... ;-)

Y no tengo suficiente con el diez, voy para matrícula de "deshonor" (es que de honor tengo muchas y me gustaría tener el contrapunto, ya sabes :-))

Para Mariose compartiendo dolores -

A mi en cinco sesiones de diez minutos, solo con sus manos, me quitó los dolores. Inreíble, pero cierto... Más barato (aunque en cuestiones de salud no hay que mirar costes) que cualquier fisio y, por supuesto, más beneficioso que pasar por una mesa de operaciones...

Para cielodescubiero la mente científica -

Si, claro que no voy a confiar al primero que me prometa una solución milagrosa. Los milagros, además, solo los hago yo ;-)). Lo que si es cierto es que a mi me solucionó el problema, el dolor y el traumatólogo ya me quería "pinchar". Por cierto... sus masajes en la espalda son increibles. Un beso

Onice -

Se me olvdaba comentar la foto (si es que aun estoy resacosa!!)...Me gusta, son originales, propias y personales, le van que ni pintado al Post...Te lo has currao!!!!
10 puntos!!!
Pd: esto de salir de vez en cuando me ayuda a ser mas positiva.

Onice -

La mente es todo poderosa, y la confianza y la fe, moeven montañas...tambien el "don" de la persona hace mucho. Me creo que ya no te duela, mi padre en cierta ocasion como tu, y tambien le funcionó.
Besitos

Mariose -

...Igual que yo...pero en el derecho (ahora me duele un poquillo) ¡Pufff qué dolor!
Perdí la fuerza en el brazo y hasta en la mano derecha, no era capaz ni de levantar una bolsa llena de comida o dos litros de algo...
Pero fuí a 20 sesiones diarias de fisioterapia y eso si que fue milagroso... y eficaz, se pudo comprobar en las radiografías....
Antes me habían puesto dos infiltraciones... que no me hicieron ningún resultado positivo, al revés, se comió algo el músculo (no se si me entiendes, parecía que tenía dos codos en vez de uno) me dijeron que era de operar y no me garantizaban que me quedaría bien pero... como estoy en una mutua de salud, pues aproveché las 20 sesiones con laser, masajes locales (casi no podía aguantar que me tocaran, del dolor) hielo (10 minutos) onda corta, electro... (ahora no me acuerdo del nombre, pero era como pequeñas descargas eléctricas y muy efectivas que no te hacían daño)
El médico me dijo que podría ser del teclado, de repetir el mismo movimiento, pero tambien levanto peso en mi trabajo... desde luego leí y estudié todo lo referente a este tema... porque el dolor era agudo y me quitaba calidad de vida.
No es un milagro, sólo que te siente por dentro... es una técnica que también hacen los fisioterapeutas.
Un cliente también fue a uno, pero mi codo quedó mejor...
Pero si a tí te sirve, no dudes en ir que daño no te hará.

cielodescubierto -

Cariño, por lo que cuentas más que un santero es un fisioterapeuta o tiene conocimientos en el tema, con lo cual me alegro de que te arregle la lesión que, efectivamente hay que tratar desde el omóplato para que no se resienta el brazo por la manipulación... pero yo de tí no me fiaría de tales dones en todos los casos, a veces por desconocimiento u otros por desaprensivos hacen más daño del que curan. Será por mi mente científica pero... yo confío mucho más en los conocimientos de quien practica bien la medicina. ;)

De todos modos, genial si te encuentras mucho mejor y sí, vigila la posición que adoptan las muñecas, brazo y espalda al escribir al ordenador para no forzar demasiado. ;)

Un besito